"Virgilio era un genio bastante narcisista. Aunque pensándolo bien, quién sabe si haya de otros."

"William Golding intuía que los niños son crueles, y El Señor de las Moscas no es más que la imagen de un colegio donde han desaparecido las aulas y los profesores, y solo queda el patio, los estudiantes y las lanzas. El patio escolar es un lugar bastante inhóspito, siempre con tendencia a reproducir jerarquías primitivas."

"Tuve mi primera relación tóxica, pero relación, al fin y al cabo, con una muchacha bonita, inteligente y popular, profundamente insatisfecha con su vida. Yo me volví parte de esa vida fácilmente."

"Abrió la puerta de la que hasta ese día había sido su casa. Encendió las luces, y todo estaba como él lo había dejado. Los hogares nunca se enteran de las tormentas que ocurren afuera."

"Entró al salón una mujer que no combinaba con el inmueble enmohecido por temblores y miseria espiritual, tan propio de los tribunales. Caminaba con una cadencia de un ritmo absurdo; cada paso pesaba. El cabello acariciaba su cuello con el mismo vaivén. Su nariz de niña rica le daba un aire altanero pero su boca ostentaba una pequeña sonrisa caritativa que la equilibraba."

Estas líneas son un vistazo a la cosmovisión del inmaduro narrador que cuenta su historia por pedazos, como fotos borrosas, Jacobo Gutiérrez Salgado. La introducción a un universo que comparte personajes, relatos y prejuicios, que son los de muchos, aunque todos vivan para tratar de ocultarlos.

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